Ya se va el hijo de la gran puta,
ya se asfixian en sus humos los secuaces del escape,
ya bailan el descrédito los prestamistas de la lujuria.
Legado de guerra, cáncer y ruina, hedionda podredumbre de muerte
que no ha de apagar la alegría, porque lo pequeño sigue siendo hermoso.
Y fuerte.
¡Cantemos la Vida, bailemos la Justicia, gritemos la Paz!
¡Sembremos el desconcierto en la costumbre
y riamos a carcajadas cuando brote la Esperanza!
¡Alegre dos mil nueve!
Moisés
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